Welcome to the social media

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La tecnología se ha transformado en algo que se encuentra presente en casi cualquier lugar. Queramos o no, es difícil permanecer en un sitio sin que veamos a alguien usar algún tipo de aparato electrónico. Si a esto le añadimos la posibilidad de conectarse a internet y por consiguiente, de acceder a las conocidas «redes sociales», el nivel de libertad para intercambiar información en tiempo real es casi ilimitado.

Sin embargo, en la era más social de todas, la era en la que todos estamos conectados de una forma u otra, el desarrollo de las relaciones interpersonales ha sufrido un cambio que poco se acerca a lo que tradicionalmente conocíamos como sociabilizar. Hoy en día, es fácil encontrarse con personas que dicen tener cientos o miles de amigos en Facebook pero, ¿cuántos de ellos son reales? No obstante, el problema no reside en que tengamos más o menos amigos en la red, el problema reside en que poco a poco, perdemos el contacto real con gente real. Cada vez es más frecuente encontrar grupos de amigos tomando algo en cualquier bar con el móvil en la mano y sin dirigirse la mirada. Lo más irónico de esta situación es que en ocasiones, dichos amigos están hablando por un grupo de Whatsapp comentando algún chiste o imagen, en vez de hacerlo cara a cara. Momentos similares ocurren a lo largo de nuestro día a día sin darnos cuenta: los niños ya no quieren juguetes por Navidad, en su lugar piden tablets; los amigos ya no quedan para pasar una tarde en casa jugando a juegos de mesa, echan partidas online a través de su Xbox o Play Station. Tanto es así que la era más social de todas se convierte a su vez en la mas antisocial. Nuestra adicción a las nuevas tecnologías es tan fuerte que poco a poco nos estamos deshumanizando sin ser conscientes.

Dicen que la nomofobia, abreviatura de la expresión inglesa “no-mobile-phone phobia”, es la enfermedad del siglo XXI y consiste en la dependencia al teléfono móvil. Dado que pocos son quienes no poseen dicho aparato, gran parte de la población sufre esta enfermedad sin saberlo. Hechos como salir del cine, teatro, trabajo o clase y no ser capaz de aguantar ni hasta la puerta de la calle sin revisar nuestras llamadas o mensajes sin leer; sentir angustia o malestar por no llevar el teléfono móvil encima o estar inquietos por olvidarnos el teléfono en casa, pueden ser síntomas de que padecemos esta adicción. Tras leer este texto, seguro que podrías mencionar a algún conocido que tal vez sufre nomofobia pero y tú, ¿sufres nomofobia?

Zaida Carrasco Aladro

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